Elecciones en Bolivia Y las Mingas en Cauca, Colombia: Las Victorias del Tawantinsuyu
El pueblo Boliviano acudió a las urnas el domingo pasado, nueve meses después del golpe militar respaldado por los Estados Unidos y tres elecciones que fueron suspendidas. El peso de 527 años de historia es oneroso, por decirlo a la ligera. En el corazón de esa historia, que informa las luchas actuales, está el control de recursos importantes: depósitos de zinc, estaño, cadmio, antimonio y plata. En el pasado reciente, el enfoque principal fue al petróleo; hoy, es el litio: una materia prima fundamental para las baterías recargables, así como para la energía solar y eólica. El litio es la clave de la tecnología que supuestamente liberará al mundo de los combustibles fósiles. Las vastas reservas de litio de Bolivia son, con mucho, el recurso natural más valioso del país. A menudo se le llama el “motor de la economía boliviana” para ayudar a reducir las tasas de pobreza y garantizar la estabilidad de la clase media. La mayor parte del litio se encuentra en el Salar de Uyuni, que también se encuentra a menos de una hora de la ciudad natal de mi padre.
Lo que estaba en juego en las elecciones del domingo pasado fue la diferencia entre potencialmente años de continua opresión imperialista o la oportunidad de vivir bajo una forma indígena de socialismo. El pueblo boliviano eligió este último por abrumadora mayoría. Esta decisión ha tardado 527 años en tomarse. Incluso si el mundo estuvo observando más de cerca los últimos 9 meses, el pueblo boliviano continúa demostrando al resto del mundo que el cambio comienza no con la votación. El cambio comenzó, para ellos, en el momento en que el golpe respaldado por los EEUU derrocó al presidente socialista Evo Morales. Los bolivianos utilizaron bloqueos de carreteras, manifestaciones callejeras, a pesar de que algunos han enfrentado torturas y humillaciones.
El supuesto presidente interino Áñez representa a la élite católica gobernante. Llegó apropiadamente para prestar juramento con una Biblia católica de gran tamaño en la mano. El mensaje no pasó desapercibido para nadie: Morales, un hombre indígena aymara, representa una imagen de Bolivia como una nación de mayoría indígena. Desde el golpe, se demostró que una de las afirmaciones clave utilizadas para justificar el derrocamiento de Morales fueron las mentiras de la Organización de los Estados Americanos (OEA). A pesar de la parcialidad del grupo hacia Washington, la propia OEA confirmó que la reelección de Morales no fue fraudulenta. Como dijo el periodista Glenn Greenwald, “ni uno solo de los ‘expertos’ en política exterior o los medios de comunicación han reconocido sus errores o incluso han abordado estas revelaciones posteriores”.
Mi padre, un hombre quechua que vive fuera de Bolivia pero va y viene varias veces al año, votó por MÁS (Movimiento al Socialismo) desde Mendoza, Argentina. Me habló desde la “Nave Cultural”, un centro de votación donde emitió su voto. Había muchas otras personas allí, todas ansiosas por hacer lo mismo. “Sí, es una dictadura. Lo llamamos dictadura porque hubo un golpe militar ”. me dice por teléfono. MÁS tuvo que ganar – “Si o si” – me dice mi padre, por estas dos razones:
La región depende de ello. Argentina, Perú, Ecuador, Chile, Uruguay y Brasil han sido gobernados recientemente por movimientos políticos de izquierda. El pueblo necesita ser escuchado una vez más. El mundo todavía necesita ver una presencia socialista en el mundo. Una victoria del partido de derecha en Bolivia beneficiará tanto a Donald Trump como a la derecha imperialista conservadora, además de amenazar al gobierno argentino. Acre ha prometido asumir la formación de líderes más jóvenes del partido MÁS, y ahora lo declara como “MÁS 2.0”. Acre siempre ha apoyado a la izquierda y al socialismo, y su vicepresidente, David Choquehuanca, es un hombre aymara que ha sido parte del movimiento socialista en Bolivia desde hace más de dos décadas. En el norte del continente, se estima que 7.000 indígenas del Cauca, Colombia, han organizado huelgas nacionales o mingas (palabra quechua para un esfuerzo colectivo por el bien común). Estas mingas muestran que los pueblos indígenas de América del Sur se están movilizando y exigiendo respeto, justicia y soberanía.
No votar no es una opción. La elección de Arce junto a las mingas en Colombia nos muestra esto. Se necesitará conciencia, atención plena, planificación cuidadosa, organización masiva e indígena. Líderes afro-indígenas y negros al frente. Con todos los ojos y oídos observándolos, apoyándolos, protegiéndolos y aprendiendo de ellos. Evo Morales, expresidente de Bolivia, no pudo votar el domingo pasado. Es nuestro deber como latinoamericanos ser aliados y estar con el pueblo boliviano y los movimientos socialistas indígenas del Sur y de todas las direcciones.
A Orlando Gutiérrez, uno de los líderes del sindicato de mineros, la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), se le preguntó durante una entrevista si la marcha del movimiento obrero por todo el país hace unas semanas era el “inicio de un plan de la lucha” A lo que Gutiérrez respondió: “Fue un calentamiento. No podemos dejar a la gente con sueño”.
Gutiérrez dice que después de catorce años de gobierno con el compañero Evo Morales, había problemas, dificultades y hasta movilizaciones esporádicas, pero con el golpe se sorprendieron. Dice, la gente está activa. En respuesta a Gutiérrez, quien es un líder de una nueva generación, es importante recordarnos que debemos permanecer activos. Mantenerse alerta, consciente y reconocer que aunque dentro del movimiento hay conflictos, desacuerdos internos a veces, hay una cosa cierta: la gente no debe tener sueño. Hay una misión más grande para el pueblo boliviano, y es defender la wiphala, proteger a la Pachamama y lograr lo que beneficia a su amada Bolivia. De la misma manera nosotros, como pueblos indígenas que vivimos en el Norte, debemos permanecer con los dos ojos en primera línea. Hay mucho que perder, pero en realidad hay mucho más que ganar al final.